La historia de un niño que no quería, que no sabía crecer. Que vivía entre hadas. Que mataba piratas e indios sin remordimientos. Que volaba…
La historia de todos nosotros, envueltos en polvo de hadas, navegando los cielos hacia Nunca Jamás, un paraíso de verde y oro, donde el sol solo se oculta cuando queremos disfrutar de la noche. Un sitio donde la felicidad es el día a día, sin preocupaciones; donde examen, aburrimiento, enfado y depresión son solo palabras sin sentido.
La historia de todos los que sabemos lo corta que es la vida. Lo sencillo que es dar y recibir placer, decir a voz en grito que queremos disfrutar. La realidad es el momento en que cerramos los ojos y un simpático niño aún con dientes de leche nos sonríe y nos coge de la mano mientras increpa a un hada revoltosa celosa de todo.
Eso es Peter Pan. No es cuento, es la realidad. Es la realidad de la que todos somos conscientes pero nos da miedo reconocer, preferimos tener los pies en el suelo y no volar, no comprender, no creer en las hadas.
Pues yo sí, YO CREO EN LAS HADAS, y aún guardo un beso escondido en el rincón más oculto de mis labios, guardado para un personajillo con mallas y pícara sonrisa que vuela conmigo cada noche. Y siempre será así, siempre mientras los niños seamos un poco egoístas.
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