Él estaba desnudo ante mí, pero no estaba desnudo como quien se quita la ropa, su desnudez era total, podía ver sus miedos, sus angustias, sus tristezas, su oscuridad difusa y atrayente, sus monstruos melancólicos, podía verle completamente, sin importar nada más, aquel privilegio estaba guardado para aquella persona que supiera llegarle al corazón en un instante y supiera adueñarse de él, hasta llegar a ser parte de sus latidos…
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